sábado, 25 de mayo de 2013

Cristales de magnetita del cerebro y los campos magnéticos

Quién no se ha preguntado alguna vez dónde nace nuestro sentido de la orientación, cómo se orientan las aves en sus migraciones, cómo las palomas mensajeras son capaces de seguir su ruta incluso atravesando la densa niebla, o porqué los animales son capaces de prevenir catástrofes naturales y alejarse del lugar exacto donde se van a producir?

En el año 1992 J. L. Kirschvink hizo público el hallazgo de cristales de magnetita en el cerebro de los seres humanos. La magnetita es un óxido de hierro muy común en la naturaleza, y un mineral bien conocido en el mundo de la geología no sólo por sus propiedades magnéticas, sino, por ser la materia prima más rica para la obtención de hierro fundido y acero.

El cerebro está dotado de ciertas propiedades magnéticas, y no sólo el del ser humano sino también muchos animales hacen extenso uso del magnetismo. Se sabe que existe un sentido magnético en varias especies y que la base de este sentido, y su papel determinante en los desplazamientos migratorios, se basa en la existencia de materiales ferri y ferromagnéticos en el cerebro. Por ejemplo, las palomas mensajeras se orientan sintonizando los cristales de magnetita de su corteza cerebral con el campo magnético de la Tierra. Gracias a esto, son capaces de encontrar su camino a través de la niebla o en noches oscuras, sin absolutamente ningún punto de referencia visual. Sin embargo, cuando se les atan a la cabeza pequeñas barras de imán, pierden su capacidad magnética, y su sentido de la orientación queda anulado.

Por otro lado, está científicamente demostrado que la magnetita es un excelente material absorbente de la radiación, sobre todo entre 0,5 y 10 GHz, lo cual ha creado una gran controversia respecto a los efectos que pueda tener en la salud humana la exposición a la radiación artificial de este mundo completamente tecnologizado en el que nos desenvolvemos en las sociedades modernas.

La glándula pineal, ubicada en el centro del cerebro, produce neurohormonas como la melatonina y la serotonina, dos sustancias que rigen prácticamente nuestro estado de ánimo influyendo sobre nuestras funciones vitales (apetito, sueño-vigilia, libido, etc.). Se sabe que la pineal es altamente sensible hasta a las más leves oscilaciones del campo magnético de la Tierra, y que éstas influyen en sus secreciones. Por tanto, no hay ningún motivo para no pensar que es igualmente sensible a los campos electromagnéticos astrales y a los nuevos campos artificiales, muchos de los cuales son infinitamente más potentes que los naturales. No cuesta mucho imaginar la influencia y consecuencias que pueden llegar a tener en nuestro equilibrio y salud.

La importancia de los campos magnéticos naturales en el orden del universo

Como todo el mundo sabe, nuestro planeta es un enorme imán, con “positivo” en el polo norte magnético, y “negativo” en el polo sur magnético. Esta polaridad se manifiesta, entre otras cosas, en la tendencia de las brújulas a apuntar al Norte, así como en fenómenos atmosféricos como las auroras. Los acontecimientos sísmicos y climatológicos también están estrechamente relacionados con el electromagnetismo, ya que el hierro del núcleo terrestre, así como el magma, son materiales altamente conductores, y el viento solar excita las partículas de la atmósfera volviéndolas reactivas y poniéndolas en movimiento.

Pero la polaridad de la Tierra no sólo se manifiesta en la oposición Norte-Sur. El suelo en sí es un polo negativo con respecto a la atmósfera. Un informe de una empresa que fabricaba ionizadores para la NASA escribía que:
Se ha determinado con plena certeza que existe un campo eléctrico entre la Tierra y la atmósfera. Este campo eléctrico natural es normalmente positivo en relación con la Tierra, y su fuerza suele ser del orden de varios centenares de voltios por metro.

Actualmente conocemos bien el efecto que tienen los campos magnéticos, no sólo sobre la Tierra (velocidad a la que gira, actividad sísmica, gravedad, órbita, climatología, etc.) sino también en el comportamiento y la salud del ser humano. Sabemos, por ejemplo, que ciertos vientos (como el Levante en Cádiz) provocan estrés, que algunos acontecimientos astrales (como eclipses) van seguidos de un aumento de crímenes e ingresos en psiquiátricos, que el ciclo lunar (además de regir las mareas) está relacionado con el ciclo reproductivo de la mujer, o que cuando la Luna está llena, el vello facial y corporal crece más de lo habitual. La influencia de los campos magnéticos astrales, rige hasta cierto punto los biorritmos o biociclos (como el de sueño-vigilia), la conducta y la orientación, ya que en nuestros cuerpos hay electrones, iones y metales que son sensibles a estas fuerzas.


FUENTE: www.safme.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario