Hoy en día, debido a los progresos
tecnológicos de nuestra sociedad, los campos eléctricos son 10.000 veces superiores a los naturales. Nunca antes
durante su evolución el hombre se había expuesto a tal cantidad de radiaciones,
que no dejan de resultar nocivas, al ser incompatibles con la frecuencia
vibratoria del organismo. Las células de nuestro organismo ven su frecuencia
alterada por efecto de las radiaciones exteriores debido al fenómeno que la
ciencia denomina resonancia simpática (el fenómeno que se produce cuando se
golpea un diapasón y otro situado cerca empieza a vibrar a la misma frecuencia,
produciendo idéntico sonido).
La contaminación electromágnetica procede de
muy diversas fuentes: antenas de telefonía móvil, torres y
líneas de alta tensión, transformadores, instalación eléctrica defectuosa en la
vivienda (conducciones mal aisladas, sobresaturadas, tomas de tierra
defectuosas, etc), antenas, repetidores de TV, ordenadores, electrodomésticos,
mantas eléctricas, etc. Sus efectos se traducen generalmente en depresión, irritabilidad y
desequilibrios emocionales, así como disfunciones del sistema inmunológico, lo
que nos hace más vulnerables a las enfermedades. Aunque por lo general no nos
afecte de forma inmediata, sus efectos biológicos son acumulativos,
deteriorando paulatinamente la calidad de vida. Aunque en niños, ancianos,
embarazadas o personas enfermas los efectos perniciosos de la contaminación
electromagnética pueden manifestarse a corto plazo.
La contaminación electromagnética es tan
omnipresente en nuestra sociedad que incluso se ha acuñado ya el término "estrés
electromagnético", que agrupa patologías de muy diversa índole, que a
simple vista parecen no relacionarse entre sí: insomnio, problemas de memoria,
ansiedad, irritabilidad, hipertensión, dolores musculares, calambres,
palpitaciones, vértigos, falta de apetito, piel seca, urticaria, picores,
dolores de cabeza, visión borrosa, etc. La
electrocontaminación también puede ser la causa de problemas endocrinos. Los
dos órganos más afectados por los campos electromagnéticos externos son el
corazón y el cerebro, al funcionar ambos por impulsos eléctricos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS)
reconoce que los campos electromagnéticos constituyen un factor cancerígeno del tipo 2B
Cuando estamos en reposo somos más vulnerables
a las radiaciones electromagnéticas (nuestro sistema inmunológico está
desactivado), siendo de suma importancia medir las radiaciones electromagnéticas
del dormitorio con objeto de reducirlas al mínimo durante la noche.
Otro de los efectos perniciosos de la
contaminación electromagnética es que inhibe la producción de la hormona melatonina, denominada hormona de la oscuridad, dado que
sólo se produce durante la noche mientras dormimos. La melatonina es uno de los
antioxidantes más poderosos que se conocen, y juega un papel fundamental en la
prevención de numerosos cánceres. Los estudios realizados concluyen que las
personas invidentes, al tener niveles más elevados de melatonina, tienen un
riesgo menor de contraer cáncer.
La melatonina es más efectiva en la eliminación de los radicales libres que la vitamina E o el ácido ascórbico (vitamina C) de los que tanto se oye hablar.
La disminución en la
producción de melatonina puede producir a su vez el descenso de la serotonina,
característico de la depresión. Otra de
las funciones de la melatonina es protegernos contra el envejecimiento
La melatonina es más efectiva en la eliminación de los radicales libres que la vitamina E o el ácido ascórbico (vitamina C) de los que tanto se oye hablar.
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